Los cuentos perfectos no existen
Pipis a última hora, relaciones saludables y cómo nos cuentan cuentos
Este fin de semana veía en Netflix un cuento perfecto, una série basada en el libro de Elisabeth Benavent. A mí me encanta como escribe Elisabeth y sus historias de amor y un cuento perfecto no es la excepción.
Lo que verdaderamente me toca las narices es que durante mucho tiempo creí que estas historias eran la realidad de las relaciones de pareja. Que eran intensas, con momentos muy arriba y momentos muy abajo. Que era normal estallar en discusiones intensas en las que nadie quiere bajar de la silla de montar, o qué tener relaciones con personas inflexibles, rígidas y controladoras era normal.
Qué gran error…me ha tocado aprender a base de palos. Quizá el dolor es el mayor motor de aprendizaje aunque no sea agradable transitarlo ni admitirlo.
He tenido relaciones de todos los tipos, buenas, malas, remalísimas, saludables, tóxicas, de dependencia pero si algo he aprendido es que las buenas y saludables siempre tienen algo en común: la paz.
Cuando discutes, ya sea porque se ha dejado los calzoncillos por el medio o por algo menos trivial no se te pasa por la cabeza que ese momento es el fin de la relación. Hay paz. No intentas poner de tu parte para que el otro te respete, el respeto ya viene de serie. Sientes paz, algo ha sucedido y hay confianza que hablando la gente se entiende. No hay una confrontación ni un pulso de poder para ver quién gana la conversación y quien pierde.
En estas relaciones en las que no te gusta como te hace sentir la otra persona y es algo recurrente, no te hace sentir bien contigo misma, con la gente de tu entorno, te hace sentir que no eres suficiente, que eres muy exigente, que tus necesidades no estan cubiertas, te sientes miserable, pequeña como una hormiga, te apagas, te vienes abajo y desde el suelo cuesta mucho escalar.
De relaciones hay de todos los colores y lo mismo de personas pero estos cuentos que nos hemos creído de la perfección, de las mil y una oportunidades, de los altos y bajos, de la intensidad que hace de los momentos buenos el paraíso y de los malos el inframundo ya sería hora que fuéramos aprendiendo que esto NO es lo normal.
No lo es. La realidad es menos novelística un domingo por la tarde, eso no significa que no exista pero no viene de la mano de un príncipe a caballo, ni de pedidas de mano en Paris, ni de recibir flores todos los días.
¿Sabes cuál es el romanticisimo real? Que alguien te tape por la noche, que te haga el té que te gusta, que sepa lo que necesitas incluso cuando ni tú misma tengas ni idea de lo que te pasa, que te saque a bailar con pelos de loca a las 8 de la mañana en la cocina mientras apenas has dormido pero te saque las sonrisas a besos.
Si el romanticismo se quedara en los momentos estelares con decorado, en un hotel con vistas, un restaurante pijo y un ramo de flores sería tan pequeño e insulso ese amor que no sería suficiente para mantenerlo en el día a día. No se podría.
Y si se mantiene a base del anhelo de momentos estelares es que el día a día es una mierda como un piano. Yo lo he vivido, si a algunas de mis relaciones les quitara: el día que me llevó al teatro, el día que me esperó con un masaje, el día que…
¿Que te queda? Un tío rancio…que quiere tener razón, que es capaz de ignorarte, que le molesta tu estado emocional, que puede verte llorar y darse la vuelta y ponerse a dormir, que no se ayuda a él ni a ti. Basta. Querámonos más a nosotras mismas que a la percepción que tiene otro de nosotras.
Yo no sé tú pero mis referentes románticos han sido las películas y ahí caí de cuatro patas con príncipes por fuera que eran el malo de la película por dentro. El amor es más real, y hay un problema absurdo de expectativas, no es conformarse, es ver la belleza en las sutilezas cuotidianas.
Hoy te escribo en un domingo por la tarde en el que Lluna lleva un día intenso, de llorar, de enfados, de levantarse a las 3 de la mañana y aunque hemos tenido un día agotador y nos hemos enfadado entre nosotros no hay un: tu me debes, yo te debo, es tu culpa, yo yo yo…
No existe. Lo hablamos. ¿Qué necesitas? Un ratito de escribir, lo necesito. Me llevo la niña al parque, y en los últimos cinco minutos antes de salir por la puerta hemos resbalado, la tensión se ha apoderado de nosotros.
La niña llorando, que no sabíamos qué le pasaba, Mr D con pipí de última hora antes de salir cuando la nena ya estaba preparada para el parque. Yo sosteniendo a la niña en un berrinche pre parque monumental, tomándole la temperatura para descartar fiebre, parecía que le dolían los dientes y me he visto diciendo algo del estilo de: otra vez con las últimas horas, con las de la niña ya tenemos bastante. Creo que me ha quedado más fino en palabras pero vamos que el mensaje era ese.
Y al salir del baño, me ha dicho: ahora estoy enfadado, no me ha sentado bien. Y me he quedado pensativa, sí, se me ha ido la olla a presión, cansada, gritos, lloros, un pipi a última hora ha hecho colmar el vaso.
Nadie ha perdido la tapa muchísimo pero es tensión que se acumula. Pero mira en las relaciones saludables estas cosas no se enquistan, no se hace una bola gorda en cada situación que te atropella como un alud. Las conversaciones no van en bucle. ¿Te suena haber tenido la misma batalla en diferentes escenarios bélicos?
Al salir por la puerta sin beso de despedida hay algo que dentro tuyo siente un rechazo profundo, los dos sabemos que uno está enfadado y el otro triste y los dos nos sentimos mal y nos hablamos con cariño pero nos autorespetamos por encima de todo.
A veces simplemente diciendo como uno se siente en voz alta es suficiente para que llegue la flecha del respeto por un mismo y por el otro.
Llega un mensaje:
Estamos bien, aprovecha y escribe
Alargaré todo lo que pueda hasta las 18:30h
Te quiero
Y seguramente cuando leas esto ya lo habremos hablado, porque los dos sabemos que hay un momento para hablar y entendernos. No llegamos a la gran discusión, ni nada por el estilo en el que los dos echamos la rabia a borbotones sino que llegamos para hablar.
Yo me disculparé por haber tenido un tono del que no estoy orgullosa y pondré encima de la mesa que en un día complicado para conservar salud mental tenemos que intentar minimizar pollos. Y no todos serán evitables, y quizá en ese momento el pipi de última hora no se podía hacer distinto. Yo lo necesitaba, evitarlo pero no pudo ser, tendremos criterios diferentes para las cosas. Y habrá que mear, no es que nos tiene que rebentar la bufeta para que la niña no llore :-)
Y él tomará responsabilidad de lo suyo y nos respetaremos y este tema quedará detrás nuestro sin tener nunca que volver a él. Porque los temas importantes que son el respeto, pedir perdón, entender, entenderse, reajustar lo que va y lo que no va sin que la vida sea una batalla son la clave para la paz.
Nadie ha muerto por un pipí a última hora, ni la niña ni nosotros. Y no, no es un cuento perfecto, pero la vida no lo es.
El tema es:
¿Es el cuento que quieres vivir?
Porque si te vas contando una realidad paralela a la que estás viviendo estas tapando lo que es por lo que quisieras que fuera.
Llevo una semanas intensas de sesiones de coaching con varias clientas y hay un tema principal que sale en bucle:
Mi pareja me quiere pero no me quiere como yo me siento querida
En inglés dicen: givers will always be givers, and takers will always be takers
Los que dan siempre darán, los que cogen siempre cogeran.
Uno tiene que saber si es de dar o de coger. Y si eres de dar, cariño, hazte un favor y no te conjuntes con alguien que es de coger porque te vas a quedar vacía, sin nada que ofrecer ni para ti misma ni para los demás.
No estoy yo en posición de dar consejos a nadie sobre parejas, sólo faltaría, es trabajo de una de saber que quiere y que no quiere en su vida.
Pero sí es mi trabajo rascar la superfície para autodescubrirte, de guiarte para saber quién eres tú, que quieres, que hace que se te ilumine la cara y que te quita la sonrisa de un plumazo.
Es muy tópico pero es inevitable el contagio emocional, de patrones, de costumbres con alguien con quién vives y si escoges mal al final te acabas volviendo como esa persona. Hazte esta pregunta. ¿Qué hecho de menos de mí misma? ¿Qué hace mucho tiempo que no hago y me hace feliz? ¿Qué papel juega mi pareja en las preguntas anteriores?
No es lo mismo lo que sientes por una persona que lo que esa persona te hace sentir. Y Aquí está la diferencia. Si quieres a alguien que te hace sentir como una mierda…piénsatelo dos veces.
Mi mejor amiga me hizo repetir 20 veces en voz alta la siguiente frase hace unos años: Le quiero, está loco y voy a coger un avión de vuelta a casa.
Hay que decir que también me obligó a hacer una foto sentada en al avión y me amenazó en venir a buscarme si en una semana no estaba de vuelta.
Y volví, y dejé atrás a alguien que quería que me hubiera destrozado la vida.
Puedes querer a alguien, aceptar que es así y aún así coger un avión en dirección contraria. Porque querer puede ser entrar a prisión en cadena perpetua o puede ser una invitación a quererte más a ti y entrar de pleno en tu libertad.
Nos vemos al otro lado de la página.
Un abrazo
M